Un paseo por la playa cuando éramos niños, un atardecer junto a nuestra pareja, una música relajante… todo ello debe ayudarnos a “debilitar ese miedo” y a reprogramar nuevas realidades donde prime la armonía.
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La visualización es otra de las herramientas más destacadas de la PNL. Visualizar es representar en nuestra mente situaciones que nos gustaría materializar con la finalidad de solucionar problemas, modificar circunstancias actuales o revertir la ansiedad.
Se afirma que la palabra “neuro” se usa de forma fraudulenta, pues las explicaciones con base en la neurociencia son inexistentes.
Esta técnica puede ser útil para personas que presentan fobias o miedos irracionales, ya que les permite cambiar la forma en que visualizan y experimentan ese evento en su mente.
La reformulación del contexto y del contenido se puede utilizar para cambiar el significado de una situación o experiencia.
El primer uso conocido de mapas mentales fue en la década de 1960 por Tony Buzan, quien desarrolló la técnica como una forma de mejorar la memoria y el aprendizaje. En la década de 1980, Richard Bandler y John Grinder, los fundadores de la PNL, comenzaron a explorar el uso de mapas mentales en la PNL.
Por ejemplo, un hipnoterapeuta puede guiar a una persona en un estado de relajación profunda y utilizar sugestiones específicas para modificar patrones de pensamiento y comportamiento.
Cuando algo no va del modo que se desea, la mejor opción es no insistir en lo mismo. Con la PNL, se buscan nuevos comportamientos y maneras de tratar con las situaciones.
Un recurso eficaz para momentos de ofuscación mental o estrés, pues genera un punto de partida sereno y positivo necesario para organizar Strategies y buscar nuevas perspectivas de pensamiento y conducta.
A través de la PNL, se puede trabajar en la reestructuración cognitiva y emocional, para cambiar las percepciones y pensamientos limitantes que generan la ansiedad.
El proceso se fija tanto en el click here lenguaje verbal como en el comportamiento no verbal, de esta manera se sabe si el mensaje que nos transmiten con palabras tiene coherencia con el que nos da su fisiología.
En el proceso de la técnica de anclaje, un estímulo externo o “ancla” se asocia con una conducta positiva que se desee adquirir. Las anclas pueden ser palabras, gestos, olores o colores que nos transporten a un estado psychological positivo.
Hay algunas formas diferentes de calibrar. Una forma es simplemente prestar atención al lenguaje corporal y las expresiones faciales de la otra persona.